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''La admiración gradualmente se convierte en envidia''

«No es solamente una máscara»


«Los auténticos héroes del siglo XX son los que han hecho de héroes, es decir, los actores»

''La modernidad no aguanta 'cides'. La épica pasa de las pantallas grandes a los campos de deportes, en un curioso regreso a los orígenes. Los modernos héroes son atletas que golpean balones, pelotas de tenis o luchan contra el cronómetro en carreras por tierra o agua. Esta evidencia nos reconcilia un tanto con la contemporaneidad: no todo va tan mal en este mundo de crisis y corruptelas. No todo es superficial y telebasura. No todo es zafiedad. Tenemos héroes atléticos, posiblemente alejados de la cultura, pero héroes. Tampoco sabe nadie si el mentado discóbolo había pasado por otra universidad que no fuera la de la vida. Por eso, estos días nos invaden noticias de los nuevos héroes: un tal Cristiano como mejor futbolista, una tal Penélope como aspirante a mejor actriz, un tal Rafael defensor de su lugar privilegiado en la lista de mejores tenistas... Son, sin duda, los nuevos héroes, a pesar de que la chica que desea un Óscar se me haya colado entre los deportistas... Por algo será.
Curioso siglo el nuestro, amigo Sancho, que ha borrado de un plumazo al héroe político y beligerante. Cobran de nuevo sentido las palabras de Brecht, en boca de Galileo, cuando decía que "infeliz es la tierra que necesita héroes". Quizás se refirió a él, o al Papa Urbano VIII que lo salvó de la Inquisición, o a su contemporáneo el cardenal Richelieu, muerto el mismo año que el matemático de Pisa. No sé. La tierra, en general, está tierra que pisamos con tranquilidad en medio mundo, mientras el otro medio huye de no se sabe qué, pero huye, necesita otro tipo de héroes: héroes que no maten, que no invadan, que no hagan sufrir a personas aunque sean infieles. Tampoco es que sean la panacea estos héroes de andar por casa, que nos sorprenden a todos en zapatillas desde las ventanas de las televisiones. Pero menos da una piedra. Quizás fuera más romántico no conocerlos, no saber cómo son sus caras, imaginárnoslos, en una palabra. Como Agamenón, el Cid o don Juan.''
 "Escenas cotidianas'', La Verdad , 12 de marzo de 2010.